TODO, o casi todo, empezó en Hamburgo.

Bueno, mi encuentro con el método Bates ya había tenido lugar en Poona, India, en el ashram de Osho Rajneesh.

Pero fue en Alemania donde en 1989 dirigí mi primer seminario público, no en Italia ni en España. Lo que hoy tal vez resulte difícil de imaginar es que mi equipo y yo (utilizo esta palabra a propósito) prácticamente seguíamos un guión escrito, como en una película. Yo dirigía, pero había varios ayudantes, entre ellos uno que se encargaba de empezar las pistas de música cuando yo asentía y de apagarlas, también cuando yo asentía, mientras que otro se ocupaba de la iluminación. Estaba muy influenciado por la Programación Neurolingüística y, más que dirigir, actuaba, o más bien intentaba ponerle música al texto, utilizando pausas y ritmos (como Richard Bandler, fundador de la PNL, una leyenda para mí en aquella época).

Grandes efectos especiales…
La celebración final buscaba entonces efectos de discoteca o de concierto. Empezábamos en completa oscuridad (o más bien, haciendo palming en la oscuridad) y luego iluminábamos con un foco… Marina, que hasta entonces había actuado como asistente, se había convertido en bailarina de la danza del vientre y se movía entre la gente disfrazada, mientras los demás nos habíamos cambiado para ponernos lo más «ceremonioso» que teníamos: uno incluso llevaba un smoking. (¿Quieres saber dónde está Marina ahora? :-)) Ahora mismo está trabajando en el ordenador en la habitación de al lado: sí, seguimos juntos y se convirtió en mi mujer el 22 de julio de 2023, después de más de treinta años de noviazgo).

De acuerdo, pero ¿y las dioptrías?
Puede parecer extraño, pero todas estas cosas aparentemente ajenas al método Bates seguían funcionando: se ayudaba a los participantes a relajarse y a centrar mejor su atención. Se despertaba su interés, se creaba un ambiente de grupo, una sensación de bienestar y… uno se olvidaba de las gafas. Uno se olvidaba de ser miope, hipermétrope, etc., y simplemente veía mejor. 

Treinta años después
Treinta años después, tres cuartas partes de mi actividad se hacen en línea. ¿Es posible divertirse, sentirse bien e incluso mejorar la vista estando delante de una pantalla? Sin danza del vientre, sin efectos especiales, y quizá incluso vestidos de forma desaliñada. Todo el mundo dice a estas alturas (y es verdad…) que pasar tanto tiempo delante de una pantalla sólo puede empeorar nuestra vista, ¿verdad?
Pero no, en nuestros seminarios aprendemos a tener una relación menos aglutinadora con el ordenador. Nos movemos, nos acercamos a la ventana, jugamos con pelotas, miramos lejos y mucho más.

Marina sigue conmigo, a estas alturas he ayudado a miles de personas a ver mejor y mis ojos siguen sin necesitar gafas ni para cerca ni para lejos.

 

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